EPÍLOGO: MÁS ALLÁ DEL INFINITO

Éskhata

En un momento ya olvidado de la historia de China, antes de que la libertad de pensamiento muriese por completo y como respuesta al poder creciente de el partido, surgió un movimiento ideológico en contra.
Un nuevo renacimiento, personas dedicadas a investigar y redescubrir el pasado. Conscientes de que no tenían ninguna posibilidad de vencer a un sistema ya asentado y totalmente corrupto y podrido, optaron por huir.

Se refugiaron en la Antártida. Era el único lugar en el cual podrían escapar de las garras del partido y se sentían atraídos por la historia del lugar. Todo estaba envuelto de cierto romanticismo. Encontraron documentos antiguos en los cuales se describía la Antártida como el último lugar de la Tierra en ser descubierto, un lugar que no fue conquistado por ningún país, sino compartido únicamente con fines pacíficos y de investigación. Representaba en cierta manera el espíritu de este grupo de intelectuales.
Lograron asentarse bajo el volcán Erebus y prosperar durante siglos. Muy influenciados por la cultura clásica y con gran pasión y curiosidad pronto se marcaron como objetivo las estrellas.
No tardaron mucho en expandir su civilización más allá de la Tierra, siendo tan inmenso el universo que se les ofrecía que la mayoría perdieron el interés por la Tierra dándola por perdida y dejándola en manos de China.

Sólo un pequeño grupo de mujeres permanecía velando por la Tierra. Se hacían llamar las Hespérides, en honor a las hijas de Atlas de la mitología griega, que custodiaban el jardín de las manzanas de oro.

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